Como muestra un estudio académico, hay una clara señal de que el chocolate nos hace más inteligentes. Más precisamente, el estudio afirma que un país donde las personas consumen mucho chocolate tiene más ganadores del Premio Nobel que los países donde el promedio nacional de consumo de chocolate es menor.
¿Cómo afecta el chocolate a la función cognitiva?
Los flavonoides, uno de los compuestos de varias plantas, tienen un poder curativo reconocido. Los flavonoides son abundantes en las hierbas y otras plantas que tienen poder curativo. Los flavanoles, una subclase de flavonoides, son los “buenos” componentes de los granos de chocolate. Gracias a los flavanoles, el chocolate, como el té verde y el vino tinto, reduce o incluso invierte la reducción del rendimiento cognitivo que se produce con la edad.
¿Qué dice el estudio académico?
“Hubo una estrecha y significativa correlación entre el consumo de chocolate per cápita y el número de premios Nobel por cada 10 millones de personas en un total de 23 países”. La frase citada proviene de un artículo académico publicado en 2012 en el New England Journal of Medicine sobre un estudio que parece ser muy serio. La idea preliminar del investigador Messerli, M.D. era de probar el famoso efecto secundario positivo del chocolate relacionado con la función cognitiva. Pensó que la tesis, que sugiere que el chocolate mejora el rendimiento cognitivo, podría aplicarse hipotéticamente no solo a individuos sino también a poblaciones enteras. La pregunta de investigación era la siguiente: ¿Existe una correlación entre el nivel de consumo de chocolate de un país y la función cognitiva de su población? Como Messerli no encontró ningún dato disponible sobre la función cognitiva nacional general, decidió utilizar el número total de premios Nobel per cápita, lo que puede considerarse como una medida del nivel de inteligencia de la nación en cuestión. Ya conocemos la respuesta positiva a la pregunta de investigación.
“Medio kilogramo de chocolate por habitante por año aumentaría el número de premios Nobel”
Este número se contó desde la pendiente de la línea de regresión que une a Suiza en la parte superior y a China en la parte inferior. Los demás países se ubican más o menos cerca esa línea. Significa que los suizos comen la mayor cantidad de chocolate y el país tiene el mayor número de premios Nobel por cada 10 millones de habitantes. Los países se alinean más o menos como lo predice la línea de regresión, excepto Suecia. Los suecos no comen suficiente chocolate para tener 32 premios Nobel; según su consumo, deberían tener solo 14. Una de las razones podría ser que el Comité del Nobel está en Estocolmo o hipotéticamente, los suecos son más sensibles al chocolate que otros.
¿Es de verdad tan evidente?
Aunque suene fantástico, hay que ser sinceros: la correlación dada no indica nada. La correlación puede entenderse como una coincidencia sorprendente o, más probablemente, es el resultado de un conjunto complejo e interrelacionado de indicadores. Aquí tenemos algunos ejemplos: (1) Los países donde tradicionalmente la producción y el consumo de chocolate son culturalmente importantes, como Suiza y Bélgica y se encuentran entre los países más ricos del mundo donde el nivel de educación es alto durante siglos. (2) Si el chocolate realmente importara, los consumidores de chocolate tradicionales en América Latina habrían sido las naciones más premiadas del mundo. Porque hacen su propia bebida de chocolate directamente con los granos y, por lo tanto, comen un chocolate mucho más natural y saludable que las personas que solo tienen acceso a productos de fábrica. (3) Las funciones cognitivas no se pueden traducir simplemente al Premio Nobel. Incluso si una persona tiene un nivel cognitivo muy alto, no significa automáticamente que él o ella es un investigador de una ciencia que es otorgada por el Premio Nobel. A pesar de que el chocolate contenga compuestos de forma natural, que afectan positivamente nuestra salud y función cognitiva, sólo al comer más chocolate no seremos más inteligentes. El chocolate negro de buena calidad puede ser una parte complementaria de una dieta saludable, mientras que no puede sustituir formas esenciales de estimular nuestro cerebro, como hacer arte, música, deporte y, en general, ser críticos y reflexionar sobre la información que recibimos.